Bertha Sophie Felicitas Freifrau von Suttner nació en Praga, entonces en el reino de Bohemia, parte del Imperio Austriaco. Su padre pertenecía a una familia aristocrática y su madre a una nobleza sin título, por lo que Bertha no era considerada parte de la alta nobleza austriaca debido a su ascendencia “mixta”.
Poco después de nacer, su padre murió, y ella y su madre se trasladaron a Brno a vivir con su familia materna. Allí, su prima Elvira la introdujo en la Literatura y la Filosofía. También estudió Francés, Italiano e Inglés y se convirtió en una consumada pianista y cantante.
En 1856, después de que su madre se jugara todo su dinero, se mudaron a Viena durante unos años antes de trasladarse a Klosterneuburg, donde Bertha publicó su primera obra, la novela Erdenträume im Monde.
Debido a su situación económica, Bertha intentó convertirse en cantante de ópera y tomó clases intensivas de canto. Sin embargo, su miedo escénico afectaba a su actuación y no conseguía trabajo.
En 1873, a los 30 años, Bertha empezó a trabajar como institutriz de las cuatro niñas de la familia von Suttner. Ella y las niñas tenían una estrecha relación, y más tarde utilizó el apodo que le dieron, “Boulotte” (“Gordita”), como seudónimo B. Oulot. Durante esa época, entabló una relación sentimental con el hermano mayor de la joven, Arthur Gundaccar von Suttner.
En 1876, animada por sus jefes, que se oponían a su relación con su hijo, Bertha solicitó y aceptó un puesto como secretaria-ama de llaves de Alfred Nobel en su residencia de París. Tras sólo una semana, regresó a Viena para casarse en secreto con von Suttner.
Se fugaron a Georgia y se instalaron en Kutaisi, donde vivieron en la pobreza y trabajaron como profesores de música e idiomas para los hijos de la aristocracia local. Para complementar sus ingresos, ambos trabajaron como escritores, él cubrió la Guerra Ruso-Turca y Bertha colaboró en la prensa austriaca y empezó a trabajar en su primera novela, Es Löwos, publicada en 1906.
En 1882, la pareja se trasladó a Tiflis, donde Bertha se centró en la escritura. Al año siguiente publicó su primera obra política importante, Inventarium einer Seele (Inventario del alma), en la que afirmaba que la paz mundial era inevitable gracias al avance tecnológico.
En 1885, a los 42 años, los Suttner regresan a Austria y viven en el castillo de Harmannsdorf, en Burgschleinitz-Kühnring. Durante los años siguientes, continuó trabajando principalmente como periodista, escribiendo sobre todo sobre temas relacionados con la paz y la guerra.
¡En 1889, Bertha publicó la novela pacifista Die Waffen nieder! (¡Dejad las armas!). El libro fue traducido a 12 idiomas y publicado en 37 ediciones, lo que la convirtió en una figura destacada del movimiento pacifista. Aprovechó su ascendente estatus para promover las ideas pacifistas por todos los medios posibles. Entre sus muchas acciones, fundó y presidió la Sociedad Alemana por la Paz, creó la revista pacifista internacional Deponed las Armas, ayudó a financiar la creación de la Oficina de la Paz de Berna, presentó al Emperador Francisco José I de Austria una petición para establecer un Tribunal Internacional de Justicia y participó en la Primera Convención de La Haya en 1899. Para mantenerse económicamente, siguió escribiendo novelas en las que incorporaba sus ideas pacifistas.
En 1904, a los 61 años, Bertha se embarcó en una gira de siete meses por Estados Unidos para promover Una Paz Universal y asistir al Congreso Internacional de la Paz en Boston. Su principal argumento era que el derecho a la paz debe consagrarse en el derecho internacional, ya que es una necesidad evolutiva.
En 1905, Bertha y su camarada Tobias Asser recibieron el Premio Nobel de la Paz por su contribución al desarrollo de un orden internacional basado en la paz y no en la guerra. Se convirtió en la primera mujer galardonada con el Premio Nobel de la Paz, la segunda mujer Nobel (después de Marie Curie) y la primera austriaca galardonada.
Siguió haciendo campaña por la paz internacional y contra el armamentismo, y en 1911, a los 68 años, Bertha fue nombrada miembro del consejo asesor de la Fundación Carnegie para la Paz. Durante los últimos meses de su vida, trabajó en la organización de la próxima Conferencia de la Paz, prevista para septiembre de 1914.
Murió de cáncer en junio de ese año, a los 71 años. La conferencia se canceló; irónicamente, una semana después de su celebración, el heredero al trono de Austria-Hungría, Francisco Fernando, fue asesinado, hecho que desencadenó la Primera Guerra Mundial.
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